El bizcocho genovés es el típico bizcocho que se usa como base de tartas. Es esponjoso y suave. Podemos utilizar este bizcocho como base de tartas de queso, de cuajada, de crema ... lo que nuestra imaginación nos sugiera.
Para su elaboración vamos a precalentar el horno a 170º.
Se baten los huevos con el azúcar durante 6/7 minutos hasta obtener una mezcla blanquecina que haya duplicado su volumen.
Añadimos la harina tamizada con una pizca de sal y mezclamos con una espátula y movimientos envolventes que no deshagan las burbujas formadas en el batido. Son las que le dan la esponjosidad y suavidad al bizcocho, pues no lleva ningún tipo de levadura.
Vamos a depositar la mezcla en un molde redondo desmoldable de 22cm de diámetro. Con estas cantidades os saldrá un bizcocho de unos 6 cm de grosor que podréis dividir en tres partes.
Hornear a 170º calor arriba y abajo con ventilador durante 25 o 30 minutos aproximadamente o hasta que pinchéis con un aguja y ésta os salga limpia.
Sacáis del horno y dejáis entibiar. Lo envolvéis en papel film y lo dejáis en la despensa hasta el día siguiente. De esta manera, el bizcocho se asienta, y es mucho más fácil cortarlo en tres partes.
Para la trufa:
La elaboración de la trufa ya sabéis que es muy sencilla. Lo único que tenéis que tener en cuenta es que tanto la nata como los utensilios utilizados (varilla y bol) estén bien fríos. De esta manera os montará a la primera. Una vez semimontada añadís el azúcar glass, no todo de golpe, a cucharadas, y el cacao en polvo a continuación. Montáis hasta que quede bien dura. Y aquí viene cuando tenéis que tener cuidado de no pasaros con las varillas. Si la nata está montando demasiado rato se corta y se vuelve mantequilla.
Dejad refrigerar la trufa en la nevera hasta el día siguiente.
Para la nata:
Seguiremos el mismo proceso de antes pero sin el cacao. Reserváis en el frigorífico también.
Para la yema tostada:
Poner en un cazo a calentar el agua, junto con el azúcar y la vainilla. Dejamos que se disuelva y cuando empiece a hervir apartamos del fuego y dejamos que se entibie por un tiempo. Mientras tanto, batimos las yemas de huevo junto con la Maizena con unas varillas eléctricas. Una vez atemperada el agua con el azúcar, ya podemos agregarla a las yemas. De la misma manera que antes, con las varillas eléctricas, iremos batiendo hasta que todo quede integrado.
Pasamos la mezcla al cazo de antes y ponemos a calentar. A fuego medio bajo vamos cocinando sin parar de remover hasta que la mezcla hierva y espese. Apartamos del fuego.
En este paso es importante que mantengamos el fuego medio-bajo para que las yemas no se cuajen. A pesar de ello, una vez tenemos la mezcla espesa, vamos a pasarla por un colador para quitarle cualquier posible grumo y que nos quede muy fina. Reservaremos también en el refrigerador tapada con film, tocando la superficie para no formar costra.
Para las almendras fileteadas
Tomaremos las almendras y las depositaremos en una bandeja de horno, a media altura a 180º durante unos cinco minutos o hasta que veamos que están tostadas y toman un bonito color dorado. Cuidado, no os despistéis porque se queman enseguida. Reservamos.
Para el almíbar que prepararemos al día siguiente:
Comentarios
Publicar un comentario